No llevo la disciplina de un artista, no investigo, no le dedico mucho tiempo ni esfuerzo a mi arte. Solo quiero contar historias y que diviertan y emocionen, tanto a mí como a los demás. Es lo que siempre he hecho, desde que tengo más o menos uso de razón. Siempre he contado historias, oralmente, escritas (prosa o verso) o dibujadas.
El dibujo me sirve para expresarme, para hacer realidad mi absurdo y trastornado mundo interior, para convertir mis paranoias, mis miedos y obsesiones en locas aventuras, para curarme de la depresión y para mil cosas más. Es el método más cómodo que tengo para hacerlo y el que más satisfacciones me da.
No quiero triunfos, ni sesiones de firmas, ni baños de masas, ni lluvia de likes, ni búsquedas en Google de mi nombre y que salga "mi arte" en lugar de un fotógrafo de bodas o el periodista Juanma Castaño.
Nunca me he considerado un artista. Sí me he considerado un CONTADOR DE HISTORIAS.